El plan ya tiene hora
Mañana mismo se debate el plan Ibarreche (Ibarretxe para los amigos) en el parlamento. No he querido ser menos a la hora de leerme el dichoso plan, para que no me pillen en albornoz cuando llamen a mi puerta. He de confesar que la lectura del plan ha sido de lo más instructiva, sobre todo en una época de mi vida en la que ando sin planes propios. Recomiendo a todos los solteros de este país, o mejor: del “Estado”, dicho en términos de la dialéctica (por llamarla de alguna manera) “ibarretxera”, que cuando no tengan planes, se hagan con el “plan” de Ibarretxe, que es un planazo.
Y, sí, mucho criticar al lendakari por esto y por aquello, mucho sacarle fotos de prensa en las que sale más feo que el jovencito frankenstein. Mucho mensaje subliminal de “oigan, fíjense que horroroso es este Ibarretxe, miren que cara tiene, no solo dura sino de “friki total”. Mucho presentárnoslo como un tiíllo exasperado, con pinta de tertuliano de la prensa rosa... pero el plan aquí no se lo ha leído nadie. Y menos subrayado como he hecho yo.
Así he encontrado pruebas de la bondad de Ibarretxe: en el capitulo tercero (de las políticas públicas exclusivas del Estado), Artículo 45 (Políticas públicas atribuidas al Estado en el ámbito de la comunidad de Euskadi”). Se dice claramente: “Corresponderá al Estado (Español señalo): Pesas y medidas, contraste de metales y determinación de la hora oficial”. Porque Ibarretxe es generoso, no como quien yo me sé, y deja que Madrid ordene que hora es en Bilbao, y nunca ha pretendido insinuar que los meridianos hagan un zig-zag o un rodeo al pasar por Euskadi. Menos mal que no hay que modificar el meridiano de Greenwich, si no España, Francia, Marruecos que están justamente en el mismo uso horario, a pesar de encontrarse en diferentes latitudes, no sabrían a que horario atenerse. Menos mal que el señor ibarretxe es generoso y deja a Madrid que nos de la hora a todos.