Trastos, calamidades, cachivaches y palabrería

L´espai desert

miércoles, abril 06, 2005

Y no me acostumbro. Resulta que he descubierto que estoy emparentado con la mosca de la fruta. Soy un insecto con unos ojos enormes y antenas. O sea, un extraterrestre. Todo es debido a que esta semana mi ciclo circadiano se ha disparado y mis crictocromos están revolucionados. Para quien no lo sepa los criptocromos son una familia de proteínas altamente sensibles a la luz, están relacionadas con la regulación del reloj interno del organismo. Un tipo muy listo del hospital de Massachussets (que para estas cosas siempre hay un tipo muy listo) ha descubierto que estas proteínas son la pieza que faltaba para que el ciclo circadiano gire sobre si mismo. Todo ello un rollazo para decir que los que viajan en avión a otras latitudes horarias no se adaptan a comer fuera de las horas habituales y a dormir a destiempo.

Yo llevo 20 años siendo una mosca de la fruta y tampoco me acostumbro. Cuando trabajo de noche mis crictocromos me dicen que soy un tipo paliducho al que no le da el sol. Ahora que lo pienso, de los 20 años que llevo alternando el día y la noche en trabajar he debido perderme 10 años de luz solar y con las comidas lo mismo. No soy matemático pero según mis cuentas he dejado de comer en 20 años el equivalente a 5 años alimenticios, que se dice pronto, por lo cual he hecho el mejor régimen que podría hacer para controlar mi sobrepeso. Siguiendo con la tónica tengo que decir que cada 15 días pierdo tres kilos que luego recupero para volverlos a perder. En definitiva, que lo mejor que me puede pasar es que no me de la luz y sea yo quien regule mi reloj biológico. Si lo miro por el lado positivo, tengo más suerte que las demás moscas comunes, que al dormir de noche y estar despiertas por el día están subordinadas a unas reglas vitales fijas. Las moscas de la fruta como yo, podemos dormir sin tener sueño y comer sin tener hambre y hacerlo a la hora que queramos. La ventaja de todo esto es que también puedo aparearme a cualquier hora del día o de la noche; a las moscas de la fruta nunca nos duele la cabeza. Eso sí, somos más blancas que Copito de nieve.

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