Corrección política
La incorrección de la corrección
Ferran Toutain, El Pais
Sabido es que de un tiempo a esta parte no hay documento administrativo, carta comercial, nota escolar o arenga de masas que no encabece sus pretensiones especificando los dos posibles sexos de sus destinatarios. La cosa empezó hace ya bastantes años. Aún recuerdo cómo me reí en una reunión universitaria, a principios de la década de 1990, cuando tuve la oportunidad de escuchar a un profesor que, queriendo referirse a los correctores de estilo, soltó con toda seriedad y sin apenas sonrojarse el siguiente prodigio verbal: "Los/las mediadores/mediadoras lingüísticos/lingüísticas". Y si la memoria no me falla, para recrear más a la audiencia, el joven docente coronó su hazaña haciendo con los dedos de ambas manos esa especie de gesto simiesco con el que se quiere indicar que uno pone entre comillas lo que acaba de decir. O sea, que ni siquiera él daba crédito a sus palabras.
(...) No es ningún secreto que, en las escuelas, durante bastantes décadas se enseñó lingüística estructuralista y gramática generativa en lugar de enseñar a leer y escribir. Como los niños salían cada vez más analfabetos sin que nadie supiera por qué, a partir de un momento se decidió enseñarles también a escribir y esto se hizo, y se sigue haciendo, mediante una lista de consignas que los escolares deben aprenderse de memoria y utilizar a modo de plantilla. Además de considerar incorrectas las frases largas o fomentar lugares comunes propios del peor periodismo, estas listas suelen incluir normas para un lenguaje no sexista. Los niños siguen saliendo analfabetos y aún no se sabe por qué. Si eliminásemos la corrección política, no resolveríamos el problema, claro, pero quizás daríamos el primer paso hacia una enseñanza un poco seria. Y si de paso consiguiéramos eliminarla también de los medios de comunicación y de los discursos políticos, entonces hasta puede que fuera toda la sociedad la que empezara a volverse seria.
“El verdadero cáncer de nuestra lengua no son los SMS sino la agenda política, una agenda que no es la igualdad sino la segregación, el mecanismo de censura y de distracción social mas efectivo de los últimos treinta años. Y esta normativa que define lo que se puede decir y lo que no, lo que se puede mostrar y lo que no, que cambia con las estaciones y se extiende como una plaga, infestándolo todo, es convenientemente apadrinada por las universidades, los oportunistas de salón y los medios de comunicación y tristemente defendida por millones que creen luchar por algo distinto, algo mejor. De buenas intenciones está asfaltado el camino al infierno”.
“Yo no me siento más representada cuando se dice "todos y todas" o, peor, "tod@s"; me siento imbécil por tener que aguantar tanto ruido en honor a mi diferencia sexual. Diferencia de la que, por cierto, sólo soy consciente cuando ocurren estas cosas. Defiéndanse, no colaboren. La habilidad de pensar libremente es uno de los pocos privilegios que nos quedan”.
(La Petite Claudine)
Mikel añade dos textos sencillos y necesarios acerca de las razones y consecuencias de la corrección política sobre la lengua: el de Addenda & Corrigenda, correctores, sobre la imposición del duplicado innecesario -y absurdo- de géneros y su contradicción a las normas de nuestra gramática; y otro de Javier Arias Navarro, doctor en lingüística, sobre la cosa de las arrobas -un fenómeno psiquiátrico y sociológico antes que lingüístico. En los comentarios de Barrapunto añaden uno más: Las miembras y los miembros, de Arturo Pérez-Reverte.
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