la vida es un bolero
El tiempo va deprisa.
Uno se empeña en no moverse, en estar estancado deliberadamente a ver si así las cosas dejan de pasar, pero las cosas se empeñan en pasar por mucho que levantemos fronteras, murallas, trincheras.
Y lo más curioso es que además las cosas casi siempre pasan a destiempo, al menos en mi caso siempre a destiempo. Tenemos algo importante que decir y no encontramos a nadie a quien decírselo o quizá no el momento oportuno y es algo que quema, que necesita ser proclamado. Es una sensación extraña esto de llevar consigo una noticia que para ti es importante que puede que te cambie la vida en algunos casos y que sin duda te la cambia desde el primer momento en que tienes conocimiento de ella. Pero en este caso, el mío de ahora, es una noticia de permanencia, de esperanza ilusionada y al mismo tiempo de preocupación. No me veía yo en este trance tan pronto, tan temprano.
Esperaba llegar a él algún día, eso sí, pero las cosas llegan cuando uno menos se lo espera aunque las esté esperando impasiblemente. Así que hoy no he encontrado el momento de contar la noticia a nadie y me encuentro aquí escribiendo como otras veces, la escritura como primera catarsis, como primer cómplice de tantos momentos aprendidos y asimilados. Y pareciera como si fuera un entramado complicado cuando es algo más sencillo que todo eso, algo natural y probablemente ansiado.
La vida es un bolero me digo a veces.
Inconscientemente me digo que la vida es un bolero, es una frase que escuche en alguna ocasión de alguien y se me ha quedado grabada y la repito sin pensar cuando me ocurre algo inesperado, y no sé por qué. Ironías de la vida. estoy tan acostumbrado a las ironías que la vida me da que ya formo parte de ellas. Todo yo soy una ironía. Y que mayor ironía que la de convertirme en abuelo sin haber ejercido de padre anteriormente. Efectivamente, ayer me dieron la noticia y yo no me veo, no me veo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario