Trastos, calamidades, cachivaches y palabrería

L´espai desert

jueves, febrero 10, 2005

¡Que no, que no Jesús! Que no insistas, que este año no voy a ir a romperme una pierna a Baqueira, que me conformo con quedarme aquí y mirar la sierra de Madrid de lejos. Se ve estupenda la nieve a distancia (por cierto, tengo que ir a visitar a mi hermana, para ver la nieve de cerca, claro; a ella la tengo muy vista). Hay que ver lo pesados que se ponen los aficionados a los deportes de invierno, sean príncipes o mendigos, (Jesús no es una cosa ni otra pero da lo mismo). Príncipes hay pocos y mendigos ninguno, pero las pistas de las grandes estaciones de esquí parecen la M.30 (en hora punta a su paso por pirámides). Lo digo de oídas porque yo nunca he estado allí (en Pirámides si; en Baqueira, no). Aunque no hace falta estar en ninguna parte para imaginarla. Le doy la razón a Paco cuando discutimos (cosa que sucede un día si y otro también) sobre la conveniencia de viajar o quedarse. Para Paco viajar es propio de ancianas inglesas. Quedarse, en cambio, es propio de intelectuales finos. Mientras las ancianas inglesas viajan a la otra punta del planeta, los ancianos ingleses juegan al golf en cercanías, estamos pues empatados, darling.

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