La orgía perpetua
LA ORGÍA PERPETUA. FLAUBERT Y 'MADAME BOVARY' (1975)
Hay tres maneras de hacerla crítica de una novela, dice Mario Vargas Llosa: la primera, individual y subjetiva, por la impresión que la obra deja en el lector; la segunda, objetiva, de pretensiones científicas, en función de reglas universales, analizando lo que la historia es, las fuentes que aprovecha, la manera como se hace tiempo y lenguaje; la tercera, que corresponde más a la historia de la literatura que a la crítica propiamente dicha, en función de las novelas que se escribieron antes o después. Cada una de estas posiciones, aplicadas a "Madame Bovary", constituye una parte del penetrante estudio de Vargas Llosa.
En la primera, el novelista peruano evoca su relación ya antigua con la novela de Flaubert, en la que le interesa, fundamentalmente, como en cualquiera novela, su carácter de obra construida con orden riguroso, su descripción de la vida objetiva, concreta y de acción, y sus características temáticas de rebeldía, violencia, melodrama y sexo.
En la segunda parte, tras investigar las diversas condiciones que dieron nacimiento a "Madame Bovary", analiza en profundidad la transfiguración que Flaubert lleva a cabo para convertir en obra de arte los datos de la realidad, mediante el estilo, a partir del tema y de los personajes, así como del tiempo y del punto de vista del narrador.
En la tercera parte presenta "Madame Bovary" como la primera novela moderna. Sólo un novelista tan consciente de su oficio, y tan complejo, profundo y totalizador, como Mario Vargas Llosa, ha podido contemplar y analizar la "orgía perpetua" de "Madame Bovary" en toda su amplitud y unidad, hasta sus últimas consecuencias
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