Russian President Boris Yeltsin Dies
Ni el Partido Comunista de la Unión Soviética ni el consumo desaforado de alcohol pudieron acabar con él. Sólo por eso --millones de personas no pueden decir lo mismo--, ya debería tener un puesto en la historia. Boris Yeltsin ha muerto con 76 años, muchos más de los 59 que son la esperanza de vida media de los hombres rusos. Por cada vez que cayó, volvió a levantarse. Como un tentetieso, cuanto más fuerte le sacudían, con más vigor reaparecía en escena.
En la época en que Yeltsin era el jefe del partido en Moscú, su inaudita y populista ofensiva contra la burocracia comunista alarmó a sus jefes y le terminó costando el puesto. En otra época hubiera sido fusilado o encarcelado. Corrían otros tiempos y sólo fue destituido y humillado.
Fin de la historia de Yeltsin... hasta el siguiente capítulo. Los espacios de poder que abría Gorbachov desde el Gobierno fueron ocupados por este político provinciano, paradigma del macho ruso con más corazón que cabeza. Parecía que su ambición acabaría otra vez con él --al menos eso esperaba Gorbachov-- hasta que volvió a sorprender a sus adversarios. Los que no le tomaban en serio cometieron un error del que pronto se arrepentirían.
En una época en la que los políticos metían un dedo en la piscina para calibrar la temperatura y no achicharrarse por un exceso de osadía, Yeltsin no tenía inconveniente en zambullirse de lleno. Y siempre volvía a salir a la superficie.
Cuando se subió a un tanque frente al Parlamento ruso en pleno golpe de estado contra Gorbachov cambió la historia de su país. Su discurso no estuvo a la altura del momento, pero lo que contaba era la imagen de un político que negaba la tesis del vacío de poder sostenida por los golpistas. No importaba tanto que el presidente Gorbachov estuviera preso en una dacha. El nuevo poder estaba en la calle.
Por la radio fue mucho más efectivo. "Se puede erigir un trono sobre las bayonetas, pero no te puedes sentar sobre ellas durante mucho tiempo. Los días de los conspiradores están contados". El Ejército y el KGB tomaron nota. No habría una matanza para permitir la resurrección de la gerontocracia comunista.
En una rápida secuencia de acontecimientos, Yeltsin eliminó a Gorbachov, el partido y la Unión Soviética. Inauguró la época de mayor libertad que ha gozado Rusia en toda su historia milenaria. Dio todo el poder a los jóvenes tecnócratas liberales, que administraron al país una terapia de choque brutal. Fue tan efectiva que casi matan al paciente. Como mínimo, lo dejaron en las últimas. Las riquezas del país se entregaron a un grupo de oligarcas bien conectados con el poder. El empobrecimiento de la orgullosa nación llegó a niveles escandalosos. Rusia era ya sólo un país del Tercer Mundo con un arsenal de armas nucleares. Una mala mezcla.
Bajo su mando, Rusia inició una guerra en Chechenia que acabó en una humillante derrota y algo peor, un baño de sangre. Algunos dicen que Yeltsin es el dirigente ruso que más muertes de compatriotas ha causado desde los tiempos de Stalin. Quizá sea una exageración, pero no por mucho.
Cuando su prestigio estaba ya hecho pedazos, entregó el poder a un oscuro ex agente del KGB, Vladimir Putin, al que había hecho primer ministro cinco meses antes. En su despedida, pidió perdón a los rusos por los sueños que se habían quedado en el camino. Casi todos.
Al entronizar a Putin, se aseguraba que ni él ni su familia fueran perseguidos por el saqueo de Rusia. Y así fue. Quienes pagaron la factura fueron los oligarcas que no se inclinaron ante el nuevo poder.
Yeltsin se limitó desde entonces a ver partidos de tenis y a tomarse unos tragos sin que le montaran un escándalo. Ya no habría más resurrecciones inesperadas. Sus siete vidas se habían consumido.
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--Texto del discurso de Yeltsin contra el golpe de estado.
--Former Russian Leader Boris Yeltsin, 76, Dies. The Washington Post.
--Boris Yeltsin, Russia’s First Post-Soviet Leader, Is Dead. NYT.
Por: Iñigo Sáenz de Ugarte
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